Divagaciones sobre “Sueño de una Noche de Verano, A Midsummer Night’s Dream” de William Shakespeare
INTRODUCCIÓN: Consideraciones generales.
El tema que voy a abordar es vastísimo, tanto en material escrito como en las miradas que sobre la obra de este autor se han hecho y se pueden hacer. Sin embargo considero importante, para poder hablar de ella, conocer el momento y el escenario en el que a Shakespeare le tocó vivir.
Se cree que Shakespeare nació durante el sexto año del reinado de Isabel de Inglaterra, en abril de 1564, en Stratford-upon-Avon, un pueblecito del condado de Warwick que no sobrepasaba los dos mil habitantes, orgullosos de su iglesia, de su escuela y de su puente sobre el río Avon. La madre de William era católica, por lo que él y sus hermanos fueron educados en esa fe. Murió el 23 de abril de 1616, a los 52 años.
Fue Victor Hugo, en 1860, cuando terminaba Los miserables, quién dijo desde el exilio: «Shakespeare no tiene el monumento que Inglaterra le debe». Hoy Shakespeare es considerado el autor dramático más grande de todos los tiempos. Dijo Ben Jonson, dramaturgo, poeta y uno de sus grandes contemporáneos: «Shakespeare no pertenece a una sola época sino a la eternidad”. Tampoco puedo dejar de mencionar a Marlowe, su gran contrincante en la dramaturgia de su época.
Sin embargo, pese a ser reconocido y estar sus obras completas en casi todos los hogares anglosajones, poco se sabe de los primeros años de su vida. A los dieciocho años William Shakespeare se casó con Anne Hathaway, algo mayor que él. De esta unión nacieron Susanna, y Hammet y su melliza Judith. Hammet falleció a los once años. De la época de su matrimonio poco se sabe, pero según parece no fue ni esposo ni padre ejemplar.
Alrededor de 1592 encontramos a Shakespeare en Londres desempeñándose como actor y poeta. En esa época una obra se escribía en verso, o se mezclaban la prosa y el verso. Finalmente llegó a ser, a fines de siglo, autor de prestigio. Para lograrlo desempeñó toda labor que el teatro requiriera. Lo cierto es que nada de eso fue en vano, pues el trabajo realizado en los distintos estratos le permitió conocer el oficio y así manejar la escena como lo hizo.
El ayuntamiento puritano que gobernaba esos años consideraba los teatros semillero de vicios, por lo que estos se instalaron del otro lado del Támesis, como lo llamaban los romanos, o Thames, como lo llaman los ingleses, fuera de la jurisdicción de la ciudad de aquella época. No por eso los grandes personajes del momento dejaban de asistir a las representaciones, un poco a hurtadillas, un poco a la vista de todos. El Globo fue el teatro en el que trabajó el genial autor.
A diferencia del teatro continental -creado con el objetivo de ser presentado ante un público de elite- el teatro inglés se basó en las formas populares del teatro medieval: vital, muchas veces itinerante, y en las exigencias del público en general. Es interesante penetrar un poco en el mundo de aquella época y pensar en la forma y conformación de los teatros, tan distintos de los actuales.
El Globo, teatro que se ha reconstruido hace pocos años a la medida de aquel, contaba con un patio central donde se desarrollaba la escena. En torno a él se disponían las galerías donde se acomodaban damas y caballeros. Cerca del escenario, sentado en el suelo, estaba el pueblo, entre jarras de cerveza, juegos de naipes y humo de pipas. También solían situarse en lo que hoy sería nuestra cazuela, donde mujeres y hombres se encontraban separados. Igual sucedía hasta no hace muchos años en alguno de nuestros teatros, por ejemplo en el Colón. En el teatro no había decoraciones móviles, salvo paneles que podían trasladarse con facilidad. El moblaje era muy reducido, y el vestuario lo único que sobresalía entre tanta escasez de recursos. El público seguía los diálogos muchas veces interrumpiendo al actor, ya fuera para aplaudirlo o para abuchearlo si la obra no era de su agrado.
Los legisladores puritanos prohibían la presencia de mujeres en la escena. Las Julietas, Desdémonas y Ofelias de Shakespeare fueron encarnadas por jovencitos, de rostros más o menos agradables y, cuando su voz tomaba la sonoridad varonil y su fisonomía la angulosidad que la naturaleza impone, se transformaban en Hamlets, Macbeths y Otelos.
Las obras eran anunciadas mediante carteles escritos a mano y pegados en los muros. El espectáculo comenzaba a las tres de la tarde. Previamente sobre el tejado del escenario se izaba una bandera avisando que se llevaría a cabo una obra. Al tercer toque de clarín daba comienzo la función. Cuando faltaba la luz se encendían candilones. Los entreactos eran amenizados por músicos.
El escenario estaba dividido en una parte inferior, que muchas veces podía independizarse mediante tabiques o cortinados, y en una parte superior: un balcón sostenido por columnas que cubría la mitad de la escena inferior. Además estaba el telón que cerraba la escena por completo. Las alfombras eran esteras de juncos. En las tragedias el teatro se vestía de negro. La forma de la escena era redondeada en el foro y recta en el escenario. El teatro no tenía techo, tan sólo un voladizo alrededor de las paredes que protegía de la lluvia y del sol a los que estaban sentados en las gradas. Terminaba la función con todos los actores de rodillas rezando una oración por la reina Isabel. Este final era precedido por el gracioso que improvisaba.
Shakespeare no especifica detalles de la escena, por lo que es bastante difícil determinar la disposición general, aunque esto también da libertad al director de hoy. Tampoco dice cómo deben moverse los actores. La escueta indicación es: “Entra Otelo y Desdémona está en su lecho”. Así también: “Entra Romeo y Julieta arriba”.
Como todos los autores de la época, Shakespeare escribía en hojas sueltas que muchas veces se perdían. Antes de la escena, estas hojas eran repartidas entre los actores que, luego de memorizarlas, salían a trabajar con la letra fresca en los labios. No existen copias de estas hojas. Si una obra gustaba se repetía con algunos días de intervalo, de lo contrario casi diariamente se estrenaba algo distinto. Poco a poco, estas obras fueron escritas en su totalidad. Las escenografías: jardines, palacios, etc., eran sugeridas, y por lo tanto es probable que cobraran más vida en la mente de los espectadores que en la letra misma.
Es grande el conocimiento que demuestra Shakespeare de España y de Italia. Así lo vemos en la descripción de las mujeres, los lugares y los vinos; además de su conocimiento sobre mitología y cultura general.
Las obras se representaban durante los meses cálidos del año, que en Inglaterra no son muchos. En los meses más fríos se montaban en teatros privados para un público elegido.
Shakespeare fue un verdadero hombre de teatro: lo conocía desde adentro, participaba en los ensayos, presenciaba los espectáculos y concebía sus personajes muchas veces pensando en actores concretos. Quizás por esta razón, o porque su genio así lo dictaba, es entre todos los autores el que más explota la palabra utilizándola con toda su fuerza. Ejemplos de esto encontramos a lo largo de su obra. Shakespeare jugó con la sonoridad de las palabras como ningún otro autor, decir BLOOD, no es lo mismo que decir SANGRE. Este uso, el de las palabras, es otra de las cosas destacables en su obra.
De Ricardo II, acto IV, escena I, transcribo, lo siguiente:
Dice Surrey a Fitz:
Dishonourable boy!
That lie shall lie so heavy on my sword,
That I shall render vengeance and revenge
Till you the lie-giver, and that lie do lie
In earth as quiet as thy father’s skull.
Según se lee en el texto traducido por Luis Astrana Marin, edición Aguilar, Madrid, 1943,
Surrey: ¡Deshonesto mancebo! Ese mentis pesará tan abrumador sobre mi espada, que ha de lograr reparación y venganza, hasta que tú, el prodigador de mentises, y tu mentís reposéis en tierra tan quietamente como el cráneo de tu padre.
Con el éxito como autor llegó a mejorar su economía y la de su padre, quien siendo Shakespeare muy joven, perdió toda su fortuna. A punto tal pudo hacerlo que compró para su padre un título nobiliario cuyo escudo aparece en el monumento al poeta.
DESARROLLO
En todas las obras de Shakespeare, sean comedias o dramas, sobresalen las sutilezas y los equívocos. Estos son muchas veces originados por palabras que pueden entenderse de muy diversa forma según la frase que las contenga.
Shakespeare es un maestro para manejar el destino de sus personajes. En cualquier obra de teatro es necesario el conflicto, pero él agrega además, enredos y pasos de comedia. Incluso demuestra una gran perspicacia para plasmar pesquisas, encuentros y desencuentros, despertando el interés y la imaginación del espectador. Hace uso de una enorme habilidad para armar enredos y finalmente desarmarlos, provocando el drama o la comedia.
Esto, unido al momento indicado de entradas y salidas de los personajes, indispensables para la realización de cualquier comedia que, tanto en lo argumental como en lo actoral, es mucho más difícil de llevar a cabo que en el drama, pues el timing de una comedia no perdona, lo transforman en un maestro del género. Una cita en un momento inadecuado pierde eficacia. En el drama, en cambio, los tiempos son algo más fáciles y elásticos de manejar.
Es en sus comedias, más aún que las tragedias, donde se ve el verdadero genio de Shakespeare. Si bien las tragedias son universales y atemporales, sus comedias son irrepetibles, sobre todo debido a los enredos. Y hablando de enredos, ¿quién puede olvidar la escena del pañuelo robado por Emilia, esposa de Yago, a su instancia? Yago, por envidia, hace creer a Otelo que Desdémona está enamorada de Casio. Con malas artes, Yago roba y entrega a Casio el pañuelo regalado por Otelo a Desdémona. El terrible equívoco desata el drama y el desenlace de la obra. Shakespeare maneja a sus personajes como un titiritero.
Por otra parte, nadie colocó tantos actores sobre un escenario ni enlazó tantas historias paralelas o superpuestas en una misma obra como lo hizo Shakespeare. El desarrollo de sus obras nunca es lineal y en ello se asemejan a la vida. Probablemente parte de su vigencia se deba a esta circunstancia.
Pasando al tema que nos ocupa: “Sueño de una noche de verano”, que se supone fue escrita en 1595 para alegrar la boda de sir Thomas Berkeley con Elizabeth Carey que se llevó a cabo en febrero de 1596, y que es uno de los grandes clásicos de la literatura teatral del mundo, encontramos muchas de las situaciones mencionadas. En esta obra se sigue una estructura clásica en cuanto a cantidad de actos y escenas se refiere. Como siempre, Shakespeare emplea el verso intercalado con la prosa. Pero también intercala música, que nunca falta en sus comedias. Además, Shakespeare parece haber abrevado en las fuentes más dispares para la concreción de sus personajes. En El descubrimiento de la hechicería, de Reginald Scot (1538-1599), por ejemplo. Para el personaje de Puck parece haber hurgado en el folklore celta. Mientras que el episodio de la transformación puede remontarse al Asno de oro de Apuleyo, que se supone era una adaptación de un original griego, como también los personajes principales tomados de la mitología griega: Teseo, mítico rey de Atenas, el día de su boda con Hipólita, reina de las amazonas.
Esta comedia, ambientada en Atenas, está dividida en cinco actos y se desarrolla en una época del año que para algunos es la mitad del verano, traduciendo textualmente Midsummer night por: noche a la mitad del verano, que bien podría ser una noche de mayo.
En “Sueño de una noche de verano”, Teseo duque de Atenas, en días previos a su boda, debe transformarse en juez de los amores de Hermia, hija de Egeo. La obra comienza con los futuros esposos, Teseo e Hipólita, conversando sobre su boda, felices de ver que se acerca el momento esperado.
ACTO I ESCENA I En el palacio de Teseo.
Dice Teseo:
Hippolyta, I woo’d thee with my sword,
And won thy love, doing thee injuries;
But I will wed thee in another key,
With pomp, with triumph and with revelling.
Según se lee en el texto traducido por Luis Astrana Marin, opus cit., Hipólita, te gané con mi espada y por la violencia conquisté tu amor, pero me desposaré contigo de bien distinto modo, en medio de la pompa, el triunfo y los festines. En clara alusión al secuestro que Teseo hizo de Hipólita, la reina amazona.
Están los futuros esposos cuando aparece Egeo con su hermosa hija Hermia, por decisión de su padre comprometida con Demetrio, pese a que ambos saben que Hermia está enamorada de Lisandro y es correspondida por él; pero no pueden casarse sin el consentimiento del padre de la joven.
Y es Teseo quién, según la ley ateniense, debe dirimir la situación. Por ello otorga a Hermia cuatro días para que obedezca la voluntad paterna. Transcurridos los cuales deberá casarse con quien su padre desea y no con el elegido de su corazón. Es esto, morir, o ser encerrada para siempre.
Desesperados los enamorados, Hermia y Lisandro, deciden huir a un lugar donde no los alcance la ley de Atenas para poder casarse. Planean entonces encontrarse en un bosque a pocas millas de la ciudad.
Hermia, revela el plan a su amiga Helena, que informa de ello a Demetrio, a quien ama profundamente y por quien había sido correspondida, pensando que así Demetrio la compensará con su amor al ver que su prometida lo abandona por otro hombre. Hermia y Lisandro huyen perseguidos por Demetrio, y éste por Helena. Así los cuatro jóvenes se encuentran esa noche de verano en el bosque donde también hay hadas, duendes, flautistas, y hasta una compañía itinerante de cómicos que ensaya para la representación que animará las bodas del duque.
Con todos estos personajes el espíritu burlón de Shakespeare ya tenía material para una obra, pero no, también habitan ese bosque Oberón, rey de las Hadas, que surge de la mitología celta y de las leyendas medievales, y su esposa Titania.
Los reyes habían discutido a causa de un paje de Oberón que Titania secuestró. Su enojo fue provocado por Puck, espíritu pícaro y según sus propias palabras ‘bellaco duendecillo’, que sirve alternativamente al rey y a la reina de las Hadas, creando entre ellos enojos que usa para su provecho. Oberón, hombre al fin, no sólo no quiere perder a Titania, sino que tampoco quiere perder poder. Deseando vengarse de su orgullosa esposa, pide al duendecillo Puck, símbolo de la volubilidad del amor, que le procure cierta flor mágica cuyo jugo, vertido sobre los ojos de Titania mientras duerme, hará que se enamore del primer ser que vea cuando despierte.
En el bosque Oberón oye a Demetrio discutir con Helena que lo persigue, y deseoso de reconciliarlos, ordena a Puck que vierta un poco de aquel filtro amoroso en los ojos de Demetrio cuando Helena esté dormida junto a él. Puck lo hace y al despertar Demetrio ve a Helena y le dirige palabras de amor, pero la joven piensa que se burla, porque, pese a que ella lo ama, sabe que se casará con su amiga Hermia. Oberón, creyendo que Puck se ha equivocado de hombre, vierte el jugo en los ojos de Lisandro, de modo que ahora son dos los que cortejan a Helena. Aparece Hermia y las dos mujeres pelean mientras los hombres se preparan para disputarse a Helena.
Mientras tanto, también Titania ha sido víctima del filtro de amor sobre sus párpados y, al despertar, se encuentra con uno de los cómicos que pululan el bosque. Este cómico fue transformado en asno por Puck. Titania se enamora de él cuando lo ve, y pondera su belleza. De este modo la altiva reina de las Hadas vive una risueña y humillante relación con un asno.
Los sorprende Oberón, que se compadece de Titania, y después de recuperar para sí al raptado paje por el que habían peleado, frota los ojos de su esposa con una hierba que la libera del encantamiento, y la orgullosa Titania se reconcilia con su rey.
Puck, por orden de Oberón, reúne a los cuatro jóvenes enamorados y mientras duermen en el bosque, unos junto a otros, frota sobre sus ojos la hierba que deshace el encanto, de manera que al despertar las parejas vuelven a amarse como antaño: Demetrio ama a Helena, y Lisandro a Hermia. Es un bosque encantado y gracias a la magia, hasta los hechizos se pueden revertir. Se presentan en esos momentos Teseo y Egeo. Los fugitivos son perdonados y las parejas se casan.
Conclusión: Shakespeare une los hilos de la trama y los enlaza ágilmente, transformándola en un tapiz de vivaces acciones dentro de la mágica floresta. Sus personajes, tomados de muy distintos mundos, se funden entre sí. Participan dioses griegos, leyendas medievales y personajes del mundo mítico y tenebroso de la superstición nórdica.
No faltan el universo de los elfos, las virtudes y pasiones de las historias amorosas de las dos parejas nobles, los sueños, los caprichos del amor, como tampoco el ensueño. Ninfas y duendes se confunden en un paisaje bucólico en medio de un lugar que es, a todas luces, un bello bosque encantado. Dentro, los cómicos, humildes artesanos que quieren homenajear a su Duque y Señor, se ven envueltos en la misma magia de los demás sin ser marginados sino incorporados al conjunto del cuadro. Se unen así el mundo fantástico de las alegorías renacentistas con el mundo amoroso de las novelas caballerescas en poética expresión.
En esta obra plagada de fantasía, sueños, amor y magia, donde se entremezclan mundos tan diversos, Shakespeare cuenta con los ingredientes necesarios para escribir una obra a su medida. Obra llena de equívocos que se traducen en diversión para el espectador y no dudo que también para los actores.
“Sueño de una noche de verano”, con personajes dúctiles en manos de cualquier director, con la belleza de una escenografía que hoy se concreta en imágenes visibles, amén de la ropa en la que se puede desplegar una lujosa creatividad, ha sido reproducida y adaptada infinidad de veces. Así lo entendió Mendelssohn, como también cineastas y régisseurs. Comedia que perdurará siempre pues el arte verdadero nunca muere. Así quiero creerlo.
Excelente Cristina. Con tu relato me llevas a rever páginas leídas hace ya mucho tiempo y a disfrutarlas nuevamente.
Recordar a Otelo y Desdémona en un amor transido de encuentros y desencuentros que, como bien lo manifiestas, el autor es muy hábil para lograr mantener a los espectadores o lectores en un éxtasis de interés.
Felicitaciones amiga.
Saludos.