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Literatura, similitudes entre España y la Argentina

Mi nombre es María Cristina Berçaitz. En primer lugar, mi agradecimiento a la Dra. Rosalía de la Soledad, presidente y fundadora de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna Internacional y al grupo directivo de New Jersey, a María del Carmen Aranda, vicepresidente Capítulo Reino de España y junta directiva, y a Salomé Chulvi, delegada de Valencia dentro del Capítulo de Valencia Reino de España por haberme convocado a esta disertación.

Hablar sobre el idioma español y las diferencias y similitudes literarias entre España y Argentina es un tema fascinante pero extenso. La literatura en España tiene siglos de historia antes del nacimiento de la literatura argentina, con hitos como el «Cantar del Mío Cid» de alrededor de 1200. En América, las primeras manifestaciones fueron las crónicas de Indias. El Inca Garcilaso de la Vega, mestizo, autor de Comentarios Reales, es considerado el primer gran escritor de América.

Si nos circunscribimos a la Argentina, su literatura tiene sus orígenes en la época colonial con las crónicas y textos escritos en territorio del Río de la Plata.

Sin embargo, la literatura argentina como tal comienza a desarrollarse en el siglo XIX, con la consolidación del país tras la independencia. Allí surgen los primeros escritos nacionales como: El matadero, de Esteban Echeverría, cuento fundacional de la literatura argentina de alrededor de 1839.

Pocos años más tarde, en 1845, se publica Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento, considerada obra clave del pensamiento nacional. El texto tiene una estructura de ensayo, pero impregnado de un estilo informativo y reflexivo.

El poema narrativo Martín Fierro, de José Hernández, escrito en 1872, es la gran obra de la literatura gauchesca donde Hernández utiliza el verso octosílabo y la rima consonante.

Sarmiento y Hernández son dos fuertes personalidades antagónicas, dos enfrentamientos, dos miradas distintas sobre el país.

Estos tres autores, Echeverría, Sarmiento y Hernández ayudaron a definir la identidad nacional literaria de la Argentina.

El español, nacido en Castilla, evolucionó con influencias árabes y se consolidó con la unificación bajo los Reyes Católicos. Al llegar a América, se enriqueció con vocablos indígenas y de otras lenguas, generando variantes dialectales, acentos y modismos propios, con una riqueza que reflejan la historia y cultura de cada región.

España tiene una literatura que ha estado profundamente influenciada por su monarquía, guerras y dictadura, también por corrientes europeas como el Renacimiento, el Barroco, el Romanticismo y el Modernismo. Temas como la identidad nacional, el conflicto interno, y la religión han sido recurrentes. En las letras puede verse una transición clara desde el Siglo de Oro hasta el modernismo y la literatura contemporánea.

La Argentina, por otro lado, tiene una historia de independencia reciente y un desarrollo político y social tumultuoso que ha dejado su impronta en la literatura que, si bien recibió influencias europeas, se desarrolló en un contexto autónomo.

En el siglo XX en la Argentina surgen, entre otras, figuras como Jorge Luis Borges que crea mundos literarios donde lo fantástico, la reflexión sobre el tiempo y los laberintos de la mente humana son los protagonistas. Sus cuentos exploran el vacío existencial, la inmortalidad, la búsqueda de la identidad en un mundo donde las certezas desaparecen.

Adolfo Bioy Casares, es conocido por ser una de las figuras más importantes de la literatura fantástica argentina. Su obra combina imaginación, ironía y precisión narrativa, con un estilo elegante y sutil.

Julio Cortázar también explora lo surreal y lo fantástico en relatos cortos que desafían la lógica y la percepción; en tanto Ernesto Sábato profundiza en la angustia existencial, el aislamiento y la desesperación del individuo frente a la sociedad.

A lo largo de la historia, los autores clásicos y los contemporáneos, tanto en España como en la Argentina han explorado al ser humano en todos sus aspectos.

El individuo y su problemática existencial es uno de los grandes ejes en la literatura, especialmente a partir de los siglos XIX y XX, cuando los autores empezaron a   indagar de forma más profunda las tensiones internas, las crisis existenciales y la búsqueda del sentido de la vida.

Escritores como Miguel de Unamuno en España y Ernesto Sábato en la Argentina reflexionan profundamente sobre la angustia existencial, la búsqueda de sentido en un mundo que puede parecer absurdo, y las contradicciones del ser humano. En tanto para Borges, para la poeta Alejandra Pizarnik y para Cortázar, la literatura se convierte en un espacio para explorar el ser interior, las dudas, los miedos y las múltiples facetas de la existencia.

En la literatura española, autores como Antonio Machado o José Hierro utilizan la naturaleza como un reflejo de los estados emocionales y un medio para transmitir su visión del mundo. En la Argentina, Benito Lynch y Guillermo Enrique Hudson, han sido claves para entender el vínculo con la tierra, donde destacan el paisaje de las pampas y la figura del gaucho. Principio del formularioFinal del formulario

Aunque la poesía de Antonio Machado tiene un tono melancólico y está influenciada por su contexto social y político, también aborda de manera profunda la relación del sujeto con el paso del tiempo; la muerte en un mundo que parece estar en constante cambio.

También Juan Ramón Jiménez, en un tono más lírico y melancólico, se adentra en la sensibilidad del individuo, la búsqueda de belleza y la preocupación sobre la muerte y la existencia. En su obra se refleja esa soledad interior del semejante que necesita encontrar sentido en un mundo que parece incomprensible.

En síntesis, la literatura tanto española como argentina ha sido profundamente marcada por la existencia del hombre, su relación con el mundo y sus crisis internas dentro del contexto histórico que le tocó vivir, y denotan el deseo de explorar sus dilemas más profundos. La literatura es pues, en su conjunto, una forma de abordar la condición humana en su complejidad y en su vulnerabilidad.

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