Presencia de las aves en la literatura

 

En el principio Dios creó el Cielo y la tierra. Y el quinto día creó las criaturas vivientes en las aguas y las aves que vuelan sobre la tierra.

Y Dios regaló al hombre toda la belleza que lo rodea, y que muchas veces no sabe apreciar.

Pero sí la aprecian los poetas. Y los poetas se engrandecen con la obra de Dios. Las aves están presentes, de una u otra forma, siempre presentes. Vastísimos son los ejemplos que podemos hallar en la literatura.

Desde Inca Garcilaso de la Vega que en Comentario Reales se explaya describiendo LAS AVES BRAVAS Y MANSAS DE TIERRA Y AGUA, hasta el muy actual Mario Benedetti quien en su poema ELEGIR MI PAISAJE dice en un fragmento:
Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte, / hojas secas, bocinas y nombres desolados, / nubes que van creciendo en mi ventana / mientras la humedad trae lamentos y moscas.

En estos versos los pájaros dan vida al paisaje que se debate entre la lluvia, la muerte y la desolación. Sólo los pájaros son la promesa dentro de un cuadro de lamentos en este poema del recuerdo.

En cambio, en estos versos entrañables de «Cántico Espiritual» de San Juan de la Cruz:
Vuélvete, paloma, / que el ciervo vulnerado / por el otero asoma / al aire de tu vuelo, y fresco toma. / Mi Amado, las montañas, / los valles solitarios nemorosos, / las ínsulas extrañas, / los ríos sonorosos, / el silbo de los aires amorosos».

Es la paloma que debe volver, como el recuerdo del pasado debe regresar para llenar el aire con su vuelo y confundirse en un paisaje de valles y de ensoñación. La paloma es la forma amorosa y material que vela, cuida y completa.

El ave hoy es símbolo inequívoco de libertad, pero también representa la lujuria, la maldad y la más grande destrucción.

Oscar Wilde en su cuento “El Príncipe Feliz”, utiliza la golondrina como símbolo de libertad y entrega abnegada hasta la muerte. La golondrina depone todo egoísmo, olvida su amor por el junco, lo material que la ata a la tierra, y deja de lado su instinto, que la obligaría a partir de inmediato hacia Egipto. Se transforma en mensajera del Príncipe, y dolida por su tristeza entrega su vida en la búsqueda de un mundo mejor, más equitativo, más justo. Pero ese mundo no existe. Ambos, golondrina y príncipe, protagonizan una bella historia en la que se destacan la entrega hacia quienes nada tienen. A ellos, despojados de toda vanidad, no les cabe otra cosa que el dar hasta morir. Sólo el amor vale.

 

Dice Octavio Paz en su poema EL PÁJARO:

Y un pájaro cantó, delgada flecha.
Pecho de plata herido vibró el cielo,
se movieron las hojas,
las yerbas despertaron…
Y sentí que la muerte era una flecha
que no se sabe quién dispara
y en un abrir los ojos nos morimos.

El canto del pájaro, como delgada flecha, puede marcar un antes y un después, un instante apenas en el que la vida toma otro sentido.

El empleo de las aves como símbolos, ya sea para atribuirles el poder de expresar a través de su conducta actitudes humanas, o simbolizar prototipos humanos podemos encontrarlos en Los caranchos de La Florida. El padre, dueño de una autoridad indiscutible, tanto como patrón o progenitor, extiende su autoridad a todos cuanto lo rodean mediante el miedo y la falta de libertad. Todo le pertenece, la vida de los otros, la justicia y el poder político. Puede destruir y despedazar.

Son los caranchos, de los que habla Benito Lynch, los que definen los personajes en unos pocos trazos, y luego se mueven como se espera de ellos. El padre, como queda dicho, ejerce una autoridad omnipotente que nadie osa discutir. La familia está rígidamente constituida. En todos los estratos sociales los padres mandan y los hijos obedecen; el diálogo no existe. Y manda como patrón, porque la propiedad de la tierra se extiende sobre los hombres. El régimen es feudal. La obediencia se asienta en el miedo y en el conocimiento de que no hay escapatoria, ya que el poder político y la justicia también pertenecen al patrón, o a su clase. A los caranchos.

 

En Shakespeare las aves toman distintos aspectos, pueden ser símbolos de amor, libertad, tragedia, o destrucción.

En la Escena V del III acto de Romeo y Julieta.

Dice Julieta: ¿Quieres marcharte ya? […] Aún no ha despuntado el día […] Era el ruiseñor, no la alondra, lo que hirió el fondo temeroso de tu oído […] Todas las noches trina, en aquel granado. ¡Créeme, amor mío, era el ruiseñor!

Y responde Romeo: ¡Era la alondra, mensajera de la mañana, no el ruiseñor! […] Mira […], amor mío, qué envidiosas franjas de luz ribetean las rasgadas nubes allá en el Oriente…

Julieta, feliz amante, quiere que sea el ruiseñor para poder alargar el tiempo y la entrega amorosa, en tanto Romeo, más realista y responsable, ve en el llamado de la alondra el aviso para dejar los brazos de Julieta y de este modo preservar su amor y su vida.

¡Cuánta delicadeza en tan breve trazo!

Utilizando dos aves, Shakespeare delinea esta escena. Al leerla nos imaginamos el lecho, las sábanas blancas, el despertar y el abrazo amoroso del que no quieren desprenderse los protagonistas. Oímos y escuchamos el canto del pájaro y también nosotros tratamos de adivinar si es ruiseñor o alondra. El primero, minúscula ave, trina sobre el granado dándole color al texto pues adivinamos el fruto rojo abierto. En cambio, la alondra está acompañada por las franjas de luz que rasgan las nubes. Y las aves son las definidoras del conflicto.

 

El mismo autor, en Macbeth, Escena II del II Acto dice: ¡La noche ha sido horrible! Donde dormíamos, el viento ha derribado nuestras chimeneas; dicen que se han oído lamentos en el aire, extraños gritos de muerte, voces que profetizaban con acentos terribles grandes conmociones y confusos sucesos, para reproducirse de nuevo como en los tiempos de dolor. ¡El ave de las tinieblas ha gemido toda la noche! ¡Algunos aseguran que la tierra ha tenido fiebre y ha temblado!…

El pájaro nocturno, el búho, graznó toda la noche. El temblor de la tierra era considerado como síntoma de fiebre universal. Grandes y terribles cosas presagiaba. El pájaro de la noche, el ave agorera.

 

En “A vuestro gusto”, “As you like it”, William Shakespeare dice:
Las aves cantan de dos en dos, y los amantes se echan por esos trigos a la buena de Dios.

Acá las aves son portadoras de alegría y de canciones. Lo mismo sucede “Las alegres casadas de Windsor”:
Por ríos someros en cuyas cascadas aves melodiosas cantan madrigales. Haremos allí un lecho de rosas, pleno de fragancias. Por ríos […] ¡Pobre de mí! […] (Canta) Sentado en la orilla allá en Babilonia, oía a las aves cantar madrigales. Había en el aire mil dulces aromas Por ríos […] y sigue.

William Shakespeare se expresa de distinta forma y las aves, numerosas en sus textos, toman distintos aspectos. Como en “El Rey Lear”: “Los dos, solos, cantaremos como aves en una jaula”. Las aves son criaturas sufrientes privadas de libertad. Nada más terrible que la cárcel. Así se sienten el Rey Lear y Cordelia que deben soportar sus sufrimientos hasta el momento en que la muerte llegue.

 

O en Hamlet: “el porqué de estos fantasmas errantes, por qué las aves y las bestias mudan su calidad y especie”. Las aves aparecen como símbolo de locura, de desvarío.

Interesante es estudiar las aves en La divina Comedia. En “El Infierno”, canto V, donde Dante habla de aquellos que han cometido el pecado de la lujuria.

En este canto habla de “La tromba infernal, que nunca calma, arrastra en torbellino a los espíritus, volviéndose, y golpeando los molesta.

Ya que: “a un tal tormento sentenciados eran los pecadores carnales
que la razón al deseo sometieron”. “Y como las alas llevan a los estorninos en tiempo frío, en larga y compacta hilera, así aquel soplo a los espíritus malignos de aquí, de allá, de abajo a arriba, así los lleva; nunca ninguna esperanza los conforta de algún reposo, o de disminuida pena. Y como van las grullas entonando sus lamentos componiéndose en el aire en larga fila;así vi venir, exhalando gemidos, sombras llevadas por la dicha tromba: Por lo que dije: Maestro, ¿quienes son aquellas gentes, a quienes el negro aire así castiga?
…………………….………………….

 

Dante se ve atraído por dos almas (Paolo y Francesca) que se distinguen del tropel que las arrastra, porque van juntas y «parecen flotar más ligeras que el viento», y le dice a Virgilio que quiere hablar con ellas.
Virgilio le recomienda que las llame en nombre del amor que las conduce.

Dante autor compara estas almas con palomas, en un hermoso símil: “Como palomas por el deseo llamadas, abiertas y firmes las alas, al dulce nido, cruzan el aire por el querer llevadas”.

Es el tercer símil en el Canto V en el que se comparan a las almas de los pecadores con aves: los estorninos, las grullas y las palomas. Las aves vuelan, así como las almas parecen volar al ser arrastradas por el viento.

Las almas de Paolo y Francesca son comparadas con palomas que «movidas por el deseo» van hacia «el dulce nido». Hay que tener en cuenta que desde la época de la antigüedad greco-latina, las palomas eran consideradas animales lujuriosos que se ofrendaban a la diosa del amor Afrodita (Venus).      El castigo tremendo es estar unidas las almas, en un eterno deseo amoroso que nunca se podrá concretar por no tener un cuerpo físico que les permita hacerlo.

En “El Infierno”, canto XIII, se habla del círculo del infierno que contiene a los violentos. Está dividido en tres: los violentos contra los otros, los violentos contra sí mismos y los violentos contra Dios. Hay que recordar que para los teólogos, el quitarse la vida y aplicar contra sí la violencia está fuertemente ligado a la desesperación, que es el pecado contra la virtud teologal de la esperanza. Y esto lo señala Dante por la ausencia de verde. El pecado de quitarse la vida es el único pecado del cual uno no puede arrepentirse, porque es un pecado cometido in extremis, la desesperación, en el sentido amplio de perder la esperanza de la salvación.

Dante narrador, encuentra dificultades para describir el lugar. No hay ramaje verde, la ausencia de verde símbolo de la esperanza. Es importante destacar que lo que hoy llamamos suicidio no era así concebido en la época de Dante. La palabra suicidio no aparece en la lengua italiana sino a partir del 700. Los teólogos lo llaman homicidio contra sí mismo, violencia contra sí mismo.

Este bosque carece de color, no tiene luz, sus ramas están retorcidas. A la falta de verde se une la carencia de frutos. En lugar de estos hay espinas venenosas, como lo opuesto a la fertilidad, a la esperanza, a la vitalidad. Es un paisaje macabro con ramas nudosas y retorcidas. En el V. 10. Virgilio hace una advertencia: dentro de este bosque están las harpías. Estas se presentan con las mismas características de las harpías de la Eneida. Es el canto que mayor reminiscencia guarda con la Eneida de Virgilio.

En este bosque las harpías hacen sus nidos. El mito les atribuye rostro de mujer y cuerpo de aves rapaces. Dante no dice haberlas visto, ni tampoco sabemos si las vio, solo afirma que tienen sus nidos y esto es también signo de incertidumbre. Las harpías tienen una función particular en el contrapaso de los suicidas. (La ley del contrapaso (del latín contra y patior, «sufrir el contrario») es un principio que regula la condena de los reos mediante el contrario de su culpa, o por analogía a ella. Está presente en numerosos textos históricos y literarios de gran influencia religiosa.

Las harpías echaron a los troyanos Eneas y sus compañeros de la isla Strofadi y ensuciaron con excrementos su alimento anunciándoles las dificultades que encontrarían en el viaje.

No obstante las situaciones de peligro que debió enfrentar Eneas, nunca se dejó vencer por la desesperanza.

Las harpías se presentan con rostro de mujer, garras, vientre prominente, y gritan en los árboles. Dante no dice haberlas visto. Quiere generar incerteza sobre el particular.

 

Este brevísimo vuelo sobre la presencia de las aves en la literatura, es apenas una puerta para adentrarnos en su estudio. Aves encontramos en las fábulas, en las leyendas populares y en los autores universales.

Sobre ellas hay tantas miradas como autores y el trabajo podría llevar, para ser medianamente completo, un tiempo y un espacio que no tenemos. Vaya pues esta breve charla para despertar su curiosidad.

3 comentarios en «Presencia de las aves en la literatura»

  • el 12 noviembre, 2020 a las 15:46
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    Muy buenas.

    Soy poeta y fabulista del País Vasco y estoy preparando una colección de Ebooks de libre consulta de fábulas en verso originales de varios autores y también mías mías. Uno por ejemplo es: El águila y el halcón en las fábulas. Lleva ilustraciones de muchos artistas de varios países. Imagino que no podrá pero le escribo por si se anima a hacer una pequeña presentación del libro. ya me dirá si es posible. Muchas gracias por su atención.

    Saludos cordiales desde el País Vasco.

    Xabier Susperregi

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    • el 2 marzo, 2021 a las 18:26
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      Hola, Xabier: lamento pero no podré hacer ninguna presentación porque en Mayo me iré a vivir a España. Éxitos

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    • el 7 junio, 2022 a las 23:52
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      Hola Xabier se me habia traspapelado tu mensaje. Estoy viviendo en Valencia, cuando visite el país Vasco estaré encantada de conocerte. Ojalá podemos hacer algo juntos.
      Saludos

      Respuesta

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